Monólogo Coral (1985)

Poseo
la mitad de mi vida.
El resto
pertenece al sueño.

Piedra
figura de sueños
y esquinas rotas
cincelas partes
te cincelan
siempre esculpida
con recovecos
sin terminar.

La luz entra por los ojos
penetra por el cuerpo
y
al mirar
la devolvemos renovada.
Unos se iluminan.
Otros,
la apagan.

Siempre caminamos
el sendero
entre los hombres desnudos
y aquéllos con su disfraz.

En la mayoría
de los seres que conozco
la ternura está
como aquellas especies:
en vías de extinción.

No encontrar un sitio
nos hace
estar
en todas partes.

De melancolías
hice mi casa.
Hoy
tengo que repararlas.

Porque soy
un poco niña
y un poco vieja
insisto en la ternura.

He caminado
veces
sin rumbo
convertida
en loca
que inventa
la existencia
mi libertad subsiste
atrevimiento
de alas
y raíces
desunida
entrelazada
con la única rotunda: soledad
todo impregnado
por sus insectos invisibles
siempre transitando con ella
como dos buenas amigas
inseparables
y promiscuas…

Qué fina es la esperanza
quebradiza como espiga
caprichosa gata de pelo suave
felina
que se va,
pero regresa.

Subsisto
entre la edad del tiempo
entre las tardes sepia
siempre frente al árbol de tantos
mediodías
siempre queriendo transformar
al mundo
quedando transformada.

Nos cansamos de buscar.
Aun así,
cada día es un encuentro.