Isadora y el viento
Mi vida y mi arte
nacieron del mar.
Isadora Duncan
Infanta nómada libérrima libélula revolucionaria irreverente que ruegas a Dionisos Portador del Fuego iluminar tu camino con llamas. Te niegas a destruir tus sueños y edificas alas a tu fantasía. Heredas a los niños la osadía de sentirse libres. Descubres en el amor un pasatiempo y una tragedia y te entregas a él con pagana inocencia. Sacerdotisa sin modestia que en las mañanas de tu vida la Acrópolis es manantial de gozo y la aurora una sorpresa donde el futuro siempre espera. Tus pasos hechos de aire hallaron el camino en la poesía del espacio. Y con tu blanca túnica griega bailas bailas bailas hasta crear la danza nueva. Tu danza caótica y extravagante en medio del escándalo. Tu danza de pasos libres y pies descalzos de viento y velos orgullosa. Tu danza interpretando marchas fúnebres las notas del preludio a la tragedia. Tu danza visionaria sintiendo el cumplimiento del presagio: Besos en los labios tras el frío cristal de un automóvil y entre la niebla la lluvia y el camino tus hijos parten hacia la tierra donde no regresan los viajeros. Deseabas volar y sólo fuiste un barco fantasma en un océano fantasma. Por años tu aniquilado espíritu se arrastró a lo largo del sendero doloroso de los tiempos. Pero tu danza vida danza vértigo calvario del amor prosiguió el encuentro con los sueños y la carrera del viento. Y entre risas y una mascada que se envolvió a tu cuello se estranguló tu loca vida.