QUISIERA CONTARTE, MADRE …
a mi madre
Rosa Rimoch
Si yo te contara, madre, cuánto dolor me has heredado cuánta oquedad percibo entre los seres. Madre, tu carne en mí se ha prolongado pero también la pena de sabernos a todos tan distantes. Cuando de niña me prestabas tus ojos aprendí a caminar por tus recuerdos a deshilar el manto de tus sueños. Y sabes, madre, nos parecemos desde siempre aunque los años nos separen. Tu rostro es el espejo donde podré mirar mi ancianidad de algún mañana. Tus manos las manos que mantuvieron mis pasos por el tiempo. Tu voz la voz música en palabras que hoy grabo con tinta en mis papeles. Somos lo mismo, madre, mujeres en medio de la nada pariendo hijos estrellas llanto. Somos el fuego de una tarde en que la muerte vendrá para llevarnos. También quisiera contarte, madre, de toda esta vida que tú me has heredado del gozo inexplicable que a mis ojos le cabe cuando miro la luna el mar las telarañas o cuando mi piel se eriza pudorosa. Por ti, madre, conozco la fiebre del deseo la candidez y la nostalgia. Por ti fui condenada a sobrevivir con esperanza y con esta soledad que todo lo acompaña. Tú bien sabes de esas sorpresas con que tu canto despertó mis sienes alimentándome las fantasías creciendo en mis oídos hasta escuchar al Dios que tanto negué por el camino. Y me dejaste libre al albedrío helado de mis días. Y me dejaste sorda con tu voz que aprisionaba las magnolias en aquellos jardines que siempre quise cultivar con mis no hermanos. Ay madre, si yo te contara ¡cuánto he caminado! Y en el trayecto donde tú me iniciaste sola encontré razones sin sentidos verdades a medias mentiras mi alma escandalosa amor distancias ansiedad ilimitada. Hoy sola sigo encontrando sólo preguntas pasos lentos respuestas silenciosas y tu mejor herencia, madre, la deliciosa e inagotable incertidumbre de mis sueños.