En el solsticio de verano, durante las lluvias vesperales (1996)


Edición Bilingüe español-francés
traducción de Bernard Pozier y Ana Cristina Zúñiga
(Ediciones 34 y SíSIFO EDICIONES) 2014)

Edición Bilingüe español-francés
traducción de Bernard Pozier y Ana Cristina Zúñiga
(Ediciones 34 y SíSIFO EDICIONES) 2014)

Honra a tu padre y a tu madre, ordenó Yahvé en el Monte Sinaí.

Con su colección de poemas En el solsticio de verano, durante las lluvias vesperales, Andrea Montiel rinde un sentido homenaje a su padre, el destacado compositor, pianista, director y pedagogo Armando Montiel Olvera (1916 -1989).

Al  tomar a los lectores de la mano, la autora nos conduce por el arduo recorrido de tres fases de la pérdida: la inminencia de la muerte ineluctable, el doloroso desenlace y, finalmente, la añoranza y el consuelo.  

Andrea Montiel nos habla de la angustia frente al lecho de su padre moribundo; del querer reconstruir una historia de vida a partir de jirones de recuerdos; de tratar de preservar cada palabra escuchada, cada consejo, cada instante compartido; de la desesperación de saber que las oportunidades que se dejaron pasar se han ido para siempre. Nos recuerda el dolor de saber que la vida continúa mientras el ser querido, en su reposo final, se va alejando hacia el pasado. Y canta, en su muy personal voz poética, el consuelo hallado en la presencia del recuerdo en cada paso de la vida.

Con este canto de amor y pena por la pérdida del hombre que supo encauzarla por el camino de la vida, la poeta expresa no sólo sus propios sentimientos: su voz da cuerpo a los del ser humano ante la muerte de un progenitor amado.

Raúl Herrera Márquez

pianista, pedagogo,

administrador cultural


Fragmentos


a mi padre
Armando Montiel Olvera

Con la mirada turbia observo la ternura

con que mi padre carga la existencia

y camino a su lado rasgándome los años

para sentirme niña en su compañía.

Corro hacia las esquinas donde yace

el recuerdo de sus ruidosas carcajadas

de sus aceitunados ojos

y ese cariño oculto

con que escogió mi nombre.

Hoy me pregunto:

¿Cómo se ha desprendido la retina de sus días?

¿Por qué no puede ya gozar

el luminoso oficio de la primavera

ni buscar los ventanales de sol en mis ojeras?

¿Cómo han podido anochecer tanto sus mañanas

y ha de luchar de esta manera con la niebla?

¿Cómo ha podido ser eso de que se va la vida?

¿Cómo?

Padre,

me duele tu mundo en sombras

me duele sentir como se va el origen

y mis raíces de esperanza.

Qué las paredes escuchen este llanto

qué se embarren mis lágrimas hasta deslavarlas.

Qué estos muros sean testigos de mi dolor callado.

No te vayas aún padre no te vayas

hay mucho que conversar.

Aunque las palabras no arriben a tu boca

escucharé tu mirada.

Con ella dime de ti

de tus costumbres y secretos

porque para mí fuiste un amor casi desconocido

una tierra de luz inexplorada.

No te vayas sin compartir conmigo tus memorias.

Padre,

con dos aes de Amor Armando

tu nombre escribo.

Con aes de ansias este dolor que cala mis huesos

y mi todo de vida inexplicable.

Tendida a tu lado me solidarizo

para recibir tu muerte

y a mi cuerpo le recorre un temblor

imposible de nombrar con las palabras.

Es como un sobresalto emparentado con el pánico

o esa parte terrible que tiene aguardar

sin esperanza.

Oscurezco tu cuarto y me asusta

no sentir tu respiro

algún ruido de las sábanas

o una de tus quejas que es caricia a mi oído

que clama por escuchar que aún estás con vida.

Padre,

¿por qué llega el momento en que nos vamos?

¿por qué el cuerpo nos descompone la estancia

en el pequeño tiempo que nos prestan?

Cuánto egoísmo desear tenerte

cuando tú hace tiempo que has partido.

Cuántas ganas de estar aquí tiene tu alma

aún ya perdida la paz de tus entrañas.

Son las tripas que de verdad se rompen por dentro

cuando uno enferma.

Padre,

hoy no sé qué decirte.

Nunca he sabido.

Mis ideas se confunden.

El corazón no logra acomodarlas.

Te reclamo:

¿por qué te vas en esta forma

llevándote todo el silencio entre tus manos

esas manos de música y batutas

que dieron luz a los teclados?.

¡Contéstame padre

con tu voz de truenos y de escándalo!

“Armando escándalos” te llamaban

ahora convertido en suavidad y en aire.

¡Quéjate padre

grita y muéstrame que aún puedo vivirte!

no sé si mejor fuera pedirle a Dios

que logres el descanso

eso que manda el cielo o el diablo

¡al diablo con todo esto!.

Morir no es malo

es sólo morirse

dejar esto llamado vida

abandonar a los otros

hasta que ellos se reúnan con uno…

En una góndola quiero atravesar el canal por donde las aguas tibias del mediodía se deslizan.  La boca me sabe a miel al evocarte, a sonido de Dios, a pueblo pequeño y a teja cubierta por hojas recién caídas de los árboles.  Me sabe a nostalgia de mundo, a calle que es posible caminar largo, a feria donde se juega al tiro al blanco y loterías.  Me sabe a golosinas de colores y a misterio, a aquella saliva dulce que durante mi niñez tenía y también me sabe a llanto sin razones.  A mi alrededor el aire destila santidad, esa santidad que se presenta cuando la muerte no llega, porque la vida está aferrada neciamente al cuerpo de mi padre.  Este aire pesa como si fuera una lluvia de fuego.  Desearía que toda hecha incendio se reuniera para prestarle el aliento…