Cantos de la Colmena

 
 Hacernos el amor sin decir palabra.
 Libar de nuestras sombras y cavernas como los más viciosos.
 Forcejear con los abrazos hasta quedar rendidos. 
 Sentir que somos selvas vivas donde perder el alma, 
 y custodiar los cuerpos como estatuas aladas 
 que escancian humedades para sobrevivir sin freno.
  
 Hacernos el amor con los ojos abiertos.
 Lupas hambrientas de paisaje e incansables mareos. 
 Burlar con sueño el entrecejo.
 Incrustar la mirada en las membranas.
 Estar en todas nuestras partes, aún en el destiempo.
 Transgredir el terciopelo violento en los cabellos, 
 atrevidos firmamentos sin espacio dominando 
 los hilos que nos mueven, hasta hundirnos sin descanso 
 y padecer la caricia perpetua del deseo.
  
 Hacernos el amor con la encrespada cresta del gemido 
 y el valle que se inunda de sudores y truenos.
 Montar el grito desbocado del orgasmo. 
 Descoyuntar la risa hasta quedar af6nicos.
 Impregnar el aire de suspiros y jadeos, 
 y retorcer las vértebras que pueblan horizontes 
 para nacer el mismo instante, 
 después de respirar nuestro silencio.
  
 Hacernos el amor con todos los aromas fundidos. 
 Paladares y torsos sedientos, ahogo en nuestro aliento. 
 Entregar la acidez de llamaradas sin tregua, 
 cobras que se trenzan para asfixiar las tardes
  hasta lograr oscurecerlas.
 Penetrar en nuestras pieles con la transpiración perfumada de la fiebre, y oler a tierras frondosas plagadas de manjares.
  
 Hacernos el amor con el vértigo de la navegación que nunca toca tierra.
 Inventar con la saliva un planeta sólo cubierto de mares, de espumas equilibrio entre el remanso y nuestras tempestades.
 Ser brújulas imantadas con iguales direcciones.
 Recorrer los litorales de cada continente.
 Paso a paso rodear lo desierto hasta llegar a las praderas, penetrar en las malezas, y acampar en la intemperie mágica de nuestras desnudeces.
  
 Hacernos el amor en los senderos que evaporan el ansia de tenerse.
 Alzar el vuelo entre el hechizo del aire.
 Torturar con lejanía la tentación de las caricias, volátiles pretéritos conjugando recuerdos. 
 Libertarnos al contacto crispado de los besos, hasta declinar la palabra amor en todos los idiomas, y aceptar que la copla tiene una grieta en su paisaje:
 ese desastre
       de haber nacido
              con los cuerpos separados.