TÚ EL QUE DIBUJA SERES LOCOS
a José Luis Cuevas
Tú el que dibuja seres locos enamorados de su abismo, locos con las señales del camino incrustadas en el rostro. Tú que aceptas la irremediable soledad con que se nace y a imagen y semejanza tuya inventas la otredad de múltiples perfiles. Tú entre animales híbridos y feroces bestias convertido en vigía observas el desierto y la trayectoria de seres desmembrados que sufren la intemperie. Tú lejos de las flores asomado a las ventanas miras como desfilan los recuerdos confusos y tus parajes fantasmales. Tú el amante que carga su infancia a cuestas y se nutre de aventuras lechosas entre la apabullante desnudez de las hembras. Tú un Pigmalión que sueña con mujeres surgidas de la piedra y las ama sobre el mármol de las tumbas. Tú entre cientos de diminutas féminas hijas del sol y de las aguas donde flotas y a la vez te abandonas hasta ahogarte con las sogas de largas y rubias cabelleras conduciéndote a una de las tantas muertes que en la vida se viven.
Tú en vuelo de alas inventadas y globos de “Cantolla” esclavo sexual de reinas con el pudor a flor de piel y una abundante humedad entre las piernas. Tú que te sueñas poeta músico arquitecto políglota de idiomas extraños. Tú que confundes imaginería y vigilia y te fragmentas en personajes que merodean entre niñez, vejez temprana, ancianidad o la entrega sensual y delirante. Tú entre melancolías inmovilizadoras hasta plasmar la irrealidad maravillosa en tus cuadros. Tú entre un tiempo que dura el siglo de los siete minutos. Tú entre tormentas de tinta china sintiendo que ese tiempo no alcanza para realizar el dibujo completo de la vida. Dibujante de atmósferas, línea tras línea sobre el papel y una lluvia de sangre que al amor ruboriza. Dibujante en pos de rostros y cuerpos deformados, de prostitutas que habitan en las calles, de aquella humanidad deshecha entre pesadillas de asfalto y sueños lúbricos. Tú rodeado de engendros, espectros y videntes al lado de tu enorme mujer-hombre de bronce de tu Giganta en celo. Tú en medio de Babel sin comprensión alguna de palabras, de sonidos insólitos y desconocidas ciudades. Tú preso en la raigambre onírica y los muladares de tus sueños. Tú niño entre paisajes y cielos y tragedias terrenales. Tú anciano entre espejos y tormentas que conducen al desastre. Tú pleno de vida en el agua entre vientos y mujeres en noches agitadas. Mujeres amantes-putas que se transfiguran en ninfas de ojos tristes y nodrizas y madres. Tú y tus sueños hotelescos en las alcobas de paso y una cascada de leche que cubre el mundo de lo horrendo. Tú al borde de la asfixia frente al abismo donde podrías arrojarte y regresar al origen. Tú y un arte reflector de angustias arte deseoso de inventar otra humanidad que habite ilimitados universos. Tú soñándote muerto entre los vivos ante el terror de morir pintas para vivir y en vuelos te imaginas tratando de alcanzar lo incomprensible, eso lejano que nombramos infinito.