Hugo Argüelles. Estilo y Dramaturgia III

HUGO ARGÜELLES:

un demiurgo en su raigambre de ánimas

ANDREA MONTIEL

1998

 
 
 Ante el centro de tu mundo
 espejo del universo 
 espío el jardín cerrado de tu casa.
  
 Morada temporal del alma
 cuerpo-amparo-hogar  y vientre
 sitio donde liberas pasiones
 revientas las carcajadas
 y lloras a sangre fría.
  
 Donde das a sombra y luz
 desfiles de personajes
 e historias perversas y espeluznantes.
  
 De estancia a instinto
 entre revelación y sentidos
 tu cosmogonía de sueños se despierta.
  
 De muro a muro
 entre vértigos y escalinatas
 tus visiones se transmutan.
  
 De piso a techo
 entre ventanas y puertas
 entero te transfiguras.
  
 De noche a sol
 esa alquimia extraña
 con que sazonas el verbo
 dibujas los pasos-máscaras 
 y maquillas desnudeces.
  
  
 En este jardín cerrado de tu casa
 las semillas germinan 
 los gérmenes proliferan
  
 la imaginería y ecos resuenan
 las ánimas y delirios aparecen
 las quimeras y engendros bromean
 los objetos sangran y se mueven 
 todo conversa
 en este jardín cerrado de tu casa.
  
 Hurgaré entre sus misterios
 acecharé cada aliento en sus rincones
 escudriñaré la agonía en sus recintos.
  
 Con tu venia
 he de cruzar el umbral
 y como invitada momentánea
 pasaré del mundo exterior profano
 hacia tu espacio sagrado.
  
 Llamo a tu puerta.
  
 Se retiran las cadenas de la reja 
 que antecede a la entrada de tu casa.
  
 Me abres.
 Aparece un cruce de caminos 
 una raigambre que recuerda
 a las telas que bordan las arañas 
 o los varios senderos que retrasan
 el recorrido de todo visitante.
  
 Tu espacio semeja un laberinto. 
  
 ¿Será como aquel donde se encierra el Minotauro?
 ¿o el que recorre Virgilio atento a Dante?
 ¿o ese otro más donde se guarda la magia Salomónica 
 o algún Mandala que entraña múltiples secretos?
  
 De tu laberinto busco el centro.
  
 Un tortuoso diseño defiende sus estancias
 que imita la danza de las aves
 y cierra el paso a los intrusos.
 Cada rincón debe guardar algo precioso que respira
 algo que cuida la intimidad con lo divino
 o facilita la fluidez de las revelaciones misteriosas.
 Tú-laberinto de sol y sombras
 raigambre de magia y de combate:
  
 ánima contra materia
 eternidad contra momento
 inteligencia contra instinto
 saber contra violencia ciega.
  
 Tú-laberinto de sol y sombras
 raigambre de vericuetos sin salida:
  
 todo camino te lleva hacia ti mismo
 todo camino te ilumina
 ningún obstáculo entre ojos e intuiciones
 sólo los puentes entre muerte y resurrección de los espíritus.
  
 Perpetuo devenir en parajes de tinieblas.
  
 Espiral
 trenza de sueños
 tú-laberinto.
  
 En la Sala de los caballos  conversamos.
 Entrelíneas revelas la historia de tu casa.
 Aún escucho tus palabras.
 A través de mi voz reconstruyo el recuerdo. 

Vivir aparte, en tu propio espacio y en compañía de la libertad es tu deseo.   A veces los deseos son órdenes y entonces aparece la casa en el sitio exacto, a la medida del anhelo ahí junto a los entrañables amigos y los árboles.  Algunas de sus ramas taladas siguen creciendo en tu jardín.

            Sin embargo un futuro promisorio distinto de aquellos deseos, te aleja de lo tuyo y tu morada.  Atesoras bienes.  Decides habitar otro espacio, el de tus sueños ambiciosos.  Encuentras una enorme casa, espacio ideal para el festín desenfrenado.  El lujo, los viajes, la riqueza te atrapan.  Los personajes y los escenarios se desvanecen.  Las hojas en blanco esperan ser manchadas por la tinta de tu pluma y sus historias.  Estás lejos, muy lejos…

            La toma de conciencia provoca escándalos, te fragmenta.  La necesidad interior late como un corazón furioso.  Las escenas rondan por tu cabeza. Tu imaginería hecha acción clama por obtener vida entre tus manos.  El destino la ayuda y la abundancia se desploma.  Las puertas disminuyen su tamaño.  Es necesario tomar nuevos senderos.  Subastar el mal momento a través de tus objetos atesorados.   Ellos te salvan del naufragio, aunque su pérdida deja tu vida interior como un destazadero. 

            Cómplice del deseo, el destino sigue ayudándote.  Tienes que reconstruir los sueños y dar a luz  lo que se incuba en tu imaginación sin límites.  Aquella casa junto a los entrañables amigos y los árboles te espera.  Ha decidido pertenecerte y entregarse a ti para que tú la habites siempre.  Ya es tuya.  Ahora la imaginas distinta, rodeada de otros espacios que se unen a ella.  Crece, crece hacia todas partes como hiedra.  Y con tu complejo de Minotauro, al fin se convierte en ese laberinto personal que fantaseas.  El pasillo se vuelve una columna vertebral que todo comunica.  Surgen las escaleras y niveles.  Se añaden celosías, puertas, canceles y vitrales.  Al mismo tiempo que la habitas, sin parar le construyes espacio tras espacio.  Te ilusiona verla crecer como a una hija.  Ahora posee catorce habitaciones y sigue creciendo igual que los presagios. 

            Esas habitaciones a veces nacen porque las necesita una puerta y entonces inventas un rincón más que se une como lo hacen los órganos internos de un cuerpo.  Cada uno cumple con la vitalidad de manera distinta.  Cada habitación responde a un sentido y un por qué de tus sueños.  Tú transcurres de una a otra de acuerdo a lo que sientes, porque ellas también poseen distintos estados de ánimo, te entienden y logran aliarse a ti para que tú a plenitud te expreses.   Sus espacios repletos de páginas escritas a través del tiempo,  la música que te cimbra más allá del oído y la infinita gama de entes que respiran,  también se unen a ti como secuaces.  Entonces vislumbras tus personajes deambulando por todas partes y tú con ellos, tras ellos, edificando su existencia y el camino de acuerdo a cada espacio.   El limitante, el pequeño, te permite diseñarles el interior de sus vidas y mirarles el rostro de cerca, terriblemente cerca.   El de amplias dimensiones hace posible que imagines el horizonte, aquel donde sus pasos se conducen sin frontera alguna y a sus anchas.   Y ahí germinan, uno tras otro, destinados a vociferar, guardar silencio, derrumbar mitos, profanar santuarios, o imaginar mundos distintos.         Así todo dispuesto se da el juego dentro de las habitaciones de tu casa.   Cada una instalándote siempre en el tono que requieres para escribir los universos de las obras.   Ahora es momento de detenernos en los objetos que habitan los rincones exactos…

 Tus objetos
 símbolos del mundo
 constelación de contenidos invisibles
 y expresiones del orden material
 que el hombre inventa.
  
 Reflejos del alma musical del universo
 extensiones de la mano constructora
 utensilios milagrosos
 talismanes
 armas invencibles.
  
 Reliquias o imágenes ancestrales
 que logran detener los siglos
 y esplendorosos o míticos
 llenan el vacío.
  
 Tus objetos
  habitantes del entorno real
 y tu mundo onírico.
  
 Que con su dimensión espaciotemporal
 existen en la proximidad o en la distancia
 nos envuelven o caben en nuestra mano
 se consumen o destruyen.
  
 Que como contenido o continente
 a través de su forma y movimientos
 penetran o reciben.
  
 Que viscosos y abismáticos
 expresan todo lo inferior
 y aquello que esconde el inconciente.
  
 Que multiformes participan
 de la sacralidad uránica
 y el poder de los dioses celestes.
  
 Objetos
 Representaciones de energía divina
 que deben su magia
 a la fuerza que les habita
 y naturales o inanimados
 protegen o destruyen
 y les llamamos fetiches.
  
 Atributo y emblema 
 son
 en virtud de asociaciones.
  
 Celestes
 submarinos
 sacros
 profanos
 son
 por razones de origen.
  
 Y así
 inventados por Dios
 o surgidos de las manos del hombre
 los objetos nos inyectan el deseo de poseerlos
 o por destino llegan a nosotros.
 Ahora son ellos quienes pasan del universo colectivo 
 a nuestras manos
 al mundo personal de nuestra casa.
 Ahí los descubrimos.
 Ahora son ellos quienes dictan que rincón 
 se convertirá en su espacio.
  
 La posesión nos causa un placer inaudito.
 Nuestro amor los envuelve
 a causa de explorar sus virtudes 
 y defectos que aún no vemos.
 Su imagen idealizada se mantiene
 o corroe porque aparece la costumbre.
  
 Hay objetos siempre sorpresivos que imponen su carisma. 
 Otros más abandonan el escenario de nuestras conciencias.
 La habituación que no el rito surge de la presencia constante.
 Los objetos neutralizan su estadía y sólo existen cuando están ausentes.
  
 Y en su mundo en apariencia inanimado
 llega el juicio final:
 algunos objetos mueren
 por destrucción
 por reemplazo u olvido.
  
 Otros más perduran desafiando al tiempo
 creando lazos universales
 y de mano en mano transcurre su vida
 de mano en mano su belleza
 su sensualidad
 su magia.
  
 Objetos y más objetos
 colecciones de objetos
 atesorados con amor absoluto
 por quien se aísla del mundo 
 y en esta posesión encuentra
 la inquieta felicidad del amante
 por quien descubre a sus creadores
 manipuladores de formas
 y las voces varias contenidas en su esencia. 

Desde que te recuerdas, desde muy niño, tienes una relación intensa con los objetos.  Cada año con ilusión esperas las Navidades y la visita de los Reyes Magos, que a través de tus padres atienden tus solicitudes por carta.   Juguetes con los que compartes entusiasmo y cariño y te das cuenta del balance del año.   ¿Abundancia?… ¿Mesura?… Es necesario cuidar los objetos.   Y los guardas en cajas, ahí en tu recámara.  Y después de la cena cotidiana los sacas de las cajas,  juegas y hablas con ellos, están vivos, escuchas sus pensamientos y sus peticiones de ser cambiados de lugar o de caja.  Por eso tus objetos habitan siempre diferentes espacios dentro de tu casa.  Todos te encantan, pero aún más aquellos que brotan de las manos, los que han sido hechos en silencio por algún ser que dejó algo de sí al crearlos.  Y si los observas bien percibes, sientes a su creador en cada uno de sus ángulos.

            De nuevo rememoras tu infancia, cuando tu sorpresa descubre los títeres que se venden en las misceláneas, aquellos de barro y tela burda con los que inventas tu primer teatro de títeres.  Desde entonces esa gozosa relación con los objetos que de ninguna manera son algo muerto, inmóvil, yerto.  Que más bien brillan, giran, vibran y establecen una maravillosa complicidad con tu imaginación  o tu universo intuitivo.  Y te preguntas  ¿hasta dónde es posible saber de quién, de qué ser humano viene ese objeto que te estimula y con su aura participa contigo y tus sueños?  

            Tu casa está llena de presencias,  con su vida secreta te rondan, te penetran, se apoderan de ti, te inspiran, te sugieren, te animan y apremian.  Sí,  te apremian y entonces tomas la pluma o lápiz y sobre el papel comienzan a surgir las imágenes, los conflictos, las ideas en acción, los personajes, los diálogos y argumentos.  La amorosa aventura tuya con el mundo.             En ese mundo tu niño sigue en pie, a diario te acompaña, lo imitas como años atrás, cuando cada semana recibes de regalo dulces que tu padre te manda desde la capital.  Dulces envueltos con estampas de animales para coleccionarlos y recibir a cambio en premio un álbum impreso y a todo lujo.  Te ilusionas.  Surge la obsesión de coleccionarlos todos.  Te faltan tres figuras que aún recuerdas:  la marmota, el puercoespín y el ornitorrinco.  Es necesario conseguirlos y decides ir a la capital.  Recorres varias dulcerías.  Pides permiso para hurgar entre los cientos de caramelos que venden.  Al fin encuentras lo que buscas y triunfante completas tu añorada colección de estampas.  Días después obtienes tu premio:  el álbum con muchos animales.  Tú los amas de manera especial, desde pequeño te permiten tener todo tipo de ellos en casa:  perros, gatos, pájaros increíbles que encuentras en tus excursiones a la selva, un burro, muchas palomas.  A cada uno lo llamas por su nombre y cada uno posee un olor peculiar que lo distingue de los demás.  Gracias a tu olfato, desde lejos sabes quien se aproxima a ti, como las palomas que a diario muy temprano entran volando a tu habitación y te esperan posadas en la piesera hasta que te levantas de la cama.  Y cuando ya estás listo, los perros quieren pasear contigo en los parques.  Y tú observas como los gatos se deslizan caprichosamente entre las azoteas, como cada quien tiene su territorio, cada cual el dominio de su espacio…

 
 Siempre te acompañan
 con su dosis doméstica y selvática
 con su instinto y su impronta
 seres del agua
 del aire
 del fuego o de la tierra 
 naturales 
 fabulosos
 míticos
 emblemáticos o lunares
 vivos 
 o convertidos en objeto
 los animales residen
 en los espacios de tu casa
 en los argumentos de tus obras
 y a su imagen y semejanza 
 tus personajes se transforman.
 En esa metamorfosis 
 tú los desnudas
 los confrontas
 les realizas una autopsia en el alma 
 los ennobleces o desfiguras. 

Entonces te preguntas por qué tu casa contiene tantas figuras que aparentemente son objetos, y tus recuerdos te remiten de nuevo a la infancia y sus búsquedas.  Desde muy niño aprendes a dibujar.  No lo haces mal, el lápiz se desliza sobre el papel y aparecen los paisajes.  Ahora descubres el cuerpo humano.  Las revistas y las ilustraciones maravillosas en tus libros te facilitan los modelos y dibujas multitud de figuras femeninas y masculinas al desnudo.  Gozas profundamente las imágenes que logras, las guardas con amor en una caja.  Prosigues dibujando por las noches cada vez más y más, la caja se llena.  Tu padre llega a Veracruz, te descubre una tarde dibujando desnudos.  Te reprueba, se enoja y con crueldad rompe tus creaciones.  También descubre la caja repleta de ellas que una a una entre sus manos se convierten en basura.  Su acción es injusta, te lacera, te fractura en lo más hondo.  Tu padre de nuevo parte a México y la caja una vez más se llena de dibujos.  Los miras con cariño pero con temor de que durante otra visita suya desaparezcan. Antes de que eso suceda decides regalarlos a tus amigos.  Poco a poco el dibujo de ti se aleja. 

            Sin embargo posees múltiples alternativas, tu madre te ha enseñado a amar tantas cosas que el vacío pronto se llena.  Tus ojos se alimentan de las palabras escritas en los libros, de aquellos cuentos de hadas de Andersen, Perrault, Grimm, Hoffman.  Lees varias horas por las noches, pero apenas tienes nueve o diez años y la luz de tu cuarto debe apagarse para que descanses.   Esperas a que todos duerman.  De nuevo enciendes la luz y prosigues leyendo hasta terminar el cuento.  Desde entonces la noche te permite estos placeres, porque para ti abrir un libro es entrar a una selva de sorpresas que no sabes en que momento te van a llevar a sitios desconocidos o aquellos que vas a conocer y descubrir de nuevo.  Esa sola idea del viaje a través de un libro te entusiasma...

 
 Libro
 tejido del universo
 árbol de la vida
 cuyas hojas son las letras 
 con que representas a los seres 
 y decretos divinos.
 Liber Mundi
 tus páginas asoman los orígenes
 las revelaciones
 la derrama de principios
 que a través de tu inteligencia cósmica 
 vive y da vida a otros libros 
 esos que ganan su morada
 dentro del corazón de nuestro cuerpo.
 Libros cerrados
 materia virgen
 que conservan sus secretos ocultándolos.
 Libros abiertos
 materia fecundada
 que ofrecen lo que piensan y sienten.
 Libros
 que encierran en sus folios
 la luz de las ciencias profanas
 y la de los sagrados misterios. 

Entre lectura y lectura, aparecen en ti nuevas tentaciones. Escribir. Aprovechar las pausas escolares. Crear un teatro, hacer funciones en la casa, ofrecerlas a otros niños y cobrar la entrada.  Se necesitan actores, sin ellos la representación es imposible, los títeres son el recurso perfecto.  Aprovechar los mejores cuentos que has leído, revisarlos y escribir los diálogos.  Soñar que te conviertes en dramaturgo famoso y que tus obras viajan por el mundo interpretadas por reconocidos actores y actrices.  Soñar junto con tus amigos y tu hermano que no son niños de carne y hueso, sino marionetas sin hilos, muñecos articulados como Pinocho el protagonista fabuloso del cuento que Carlo Collodi o Lorenzini publicó en el siglo pasado y que admiras.  Ese Pinocho tallado en madera de pino, madera que le da nombre y con una larga nariz que crece y crece cuando dice mentiras. Símbolo de la fantasía y realidad que cada hombre posee, y que a la vez representa un fantoche o una criatura espiritual. Narizudo muñeco que se convierte en un auténtico muchacho de huesos y de carne en búsqueda de aventuras quiméricas como esas de Don Quijote a través de las que surge el amor al prójimo y los afanes de gloria. 

            Los sueños se vuelven realidad y tu teatro de títeres tiene tanto éxito que se convierte en empresa.  Entonces compras infinidad de muñecos hermosísimos, articulados y con vestuarios increíbles, suficientes para los repartos de las obras y muchas funciones.  Después de un tiempo, la experiencia termina.  Los títeres son repartidos equitativamente entre los integrantes de la compañía.  Los tuyos duermen en cajas especiales que guardas en “La Carbonera”, un cuarto secreto y subterráneo de tu casa que visitas de vez en cuando y los títeres, aparentemente muertos, de nuevo toman vida, juegan contigo a través de sus personajes en aquellas temporadas teatrales resultado de tu invención, y todo resucita entre vivencias increíbles.  

            Llega el momento de dejar Veracruz y residir en México.   Tienes que abandonar tus títeres.  Decides, al igual que tus dibujos regalarlos a tus mejores amigos.  Un profundo dolor te invade…

 
 Títeres
 en manos del artista invisible
 que adquieren movimiento entre sus dedos
 o a través de hilos impalpables.
  
  
 Títeres
 que viven en un teatro de sombras
 o en escenarios ambulantes 
 y representan la necedad de la gente
 arquetipos de pasiones 
 y comportamientos humanos.
  
 Personajes articulados
 actores y actrices de sutiles 
 y violentas emociones.
 Figuras de dramas cósmicos
 dramas nacionales
 familiares o individuales
 que delante de los ojos proyectan
 las fuerzas del inconciente.
  
 Marionetas
 que liberan y unen pueblos
 a través de tradiciones y leyendas
 que detentan un inmenso poder mágico
 y pasan de los teatros a los anticuarios.
  
 Marionetas
 que expresan lo que nadie osa decir sin máscara
 heroínas de los deseos secretos
 los pensamientos escondidos
 y discretas confesiones
 de uno mismo a los demás
 y de uno hacia sí mismo. 

Hoy te preguntas:  ¿no viene de ahí, de aquellos dibujos y títeres el  deseo irresistible por recuperarlos?  ¿no es por ello que la casa se invade de formas y figuras que comienzas a gozar desde que las descubres?   ¿no  haces viajes a veces absurdos con afán de encontrar los objetos que buscas?   Y allá vas, a los sitios donde se encuentran, como cuando niño, a mirar alrededor de los mercados y misceláneas.   Y los adquieres, los coleccionas, objetos-figuras que para ti son dadoras de vida, puentes clarísimos con los ayeres de tu niño.   Algunas te encanta que sean tan grandes como los maniquíes con los vestuarios que los animan y a través de los cuales abres un abanico de identidades, de personajes que después se encargan de exigirte un diálogo, una escena, un destino para caminar su historia.  Ya concebidos escuchas sus voces, sus reclamos, sus exigencias para nacer adentro de tus obras.  Los diferentes cuartos de tu casa son matrices que los incuban, que les permiten gesticular con amplitud o constreñidamente.  Personajes a los que llamas “de do mayor” y que son de grandes ademanes, o aquellos “de medio tono”, contenidos y siempre en viaje al interior de sí mismos. 

            Por ello las habitaciones de tu casa son espaciadas y otras asfixiantes.  Cada una posee atmósferas distintas, sujetas siempre al cambio.  Ningún cuarto es fijo, todos poseen un carácter.  Tu obligación es entenderlos, darles como a tus personajes, el justo vestuario que piden:  el color de las paredes, el tipo de muebles y cuadros, las figuras y objetos varios.  Y tú sabes que a veces los objetos-figuras son estímulos que ya no funcionan más en ese cuarto, su presencia se agota y es necesario buscarles otros sitios o dejarles de ver por un tiempo.  Entonces los sumerges en las tinieblas, en un oscuro pasillo del segundo nivel de tu casa y donde está lo que por momentos olvidas.  Ahora la habitación toma otros perfiles.  Los colores de los muros cambian, entran otros muebles, otros cuadros, diferentes objetos y figuras.  Los cuartos fijos te aburren terriblemente. Es necesario modificarlos porque en el mundo todo está siempre cambiando.

            Un nuevo objeto-figura entra a tu morada.  Habrá que ponerlo a prueba porque aquí todo está lleno de complicidades.  Es necesario observar si los demás objetos lo admiten y encontrarle el lugar donde va a ser bien recibido hasta que logre armonizarse con el resto.  Cada nuevo objeto debe ganarse y merecer su espacio.   De lo contrario tendrá que salir de la casa.    Y en medio de esta sociedad a primera vista inanimada, la música se encarga de invadirlo todo.  No le basta una sola de tus habitaciones, ocupa todos los recintos…

 Música
 que reposas en la proporción
 el ritmo y la armonía
 eres la mediadora de los actos más intensos de la vida.
  
 Con tu idioma universal que no requiere traducciones
 en sucesión de sonidos
 dolida y fúnebre
 viril y belicosa
 entusiasta y báquica
 nos acompañas.
  
 En ti todo es forma y sustancia
 estás presente en el concierto magnífico del universo
 música del mundo
 armonía de los astros
 música del hombre
 armonía de alma y  cuerpo.
  
 Música
 modulación exacta
 arte de lo perfecto. 

El amor a la música también nace en tu infancia, en aquellos días cuando escuchas un desfile de maravillosas composiciones de Schubert, Chopin, Beethoven, Lecuona o Albeniz.  Son los dedos de las manos de tu madre deslizándose sobre el teclado las que hacen posible esta magia.  Es ella convirtiendo el pentagrama en cuerpos sonoros contrastantes.  Es ella quien te muestra a través de la música que en la existencia hay de todo y tienes que aprender a disfrutar su variedad infinita.   Porque todo tiene su encanto.  Todo en la vida es importante.  

            Tú escuchas sus palabras, te convences de las diferencias, de los estados de ánimo diversos, de la complejidad de estructura, la belleza y la búsqueda de ternura en cada músico o en una y otra de sus obras.  Y escuchas, escuchas año tras año todo lo que llega a tus manos.  Coleccionas discos con los mejores intérpretes.   A veces descubres y te sorprendes con compositores que no conoces.   En tu memoria existe un espacio inmenso donde guardas las melodías que impactan lo más profundo de ese tu corazón sensible.  Y antes de comenzar a escribir, tu memoria recorre los recuerdos y selecciona la obra exacta, el movimiento musical preciso que te ofrece el tono que buscas para motivarte.   Unos cuantos minutos bastan para lograr el clima emocional deseado.  La música te lo regala, ese arte perfecto, abstracto por naturaleza y que tanto admiras, con esa su expresión que llega a donde no llega ninguna otra de las artes.   Incluso  a veces piensas que deseas llegar a ser, si fuera el caso, si acaso reencarnaras encomendándote a Euterpe, un músico creador de perfecciones, de melodías eternas viajando en el tiempo a todas partes.   Pero tú escribes, eres constructor de escenas, de personajes y diálogos, la música por el momento sólo es una inductora sublime que te prepara para iniciar la creación de la noche.   Porque casi todo lo que amas hacer nace durante la noche.  La noche te da voces, figuras, presencias, humores diferentes.  Plena de magia, la noche te descubre y a través suyo observas todos los yoes que eres…

 
 Noche
 hija del Caos
 madre del Cielo y de la Tierra
 tuyo es el tiempo de la gestación y las germinaciones
 tuyas las tinieblas donde se fermenta el devenir
 y los preámbulos de luz del nuevo día.
  
 Noche bendita y vengativa
 noche tinta
 sangre adentro de la sangre
 noche malsana-bruja-bosque
 noche maga que nos transformas
 enardeces la carne y crucificas
 hasta extirpar nuestro corazón abierto y húmedo.
  
 Tu extraño hechizo nos convierte
 en animal tierno y salvaje
 en ti habitamos suspendidos
 jineteando sueños 
 hechos de barro y sal 
 lodo y espejos.
  
  
 En ti es posible abandonarse
 perder toda razón y pensamiento
 penetrar el túnel obscuro de uno mismo
 y surgir renovados a otros mundos.
  
 La noche tiene la culpa
 por su música de sombras 
 culpable noche 
 que se adueña de ti y tus estancias
 mientras su boca arroja espuma negra
 y te convierte en noctámbulo que se enamora del insomnio.
  
 En la noche eres
 te escuchas
 también te desencuentras
 encadenado al mundo de todo lo que inventas.
 Después callas y tus ruidos se despiertan
 hablándote por dentro.
  
 En la noche estás
 te miras
 también te desconoces
 reflejas los recuerdos
 el transcurrir de años
 golpe sobre tus sienes
 que atraen el llanto
 donde te ahogas pacificas y alientas.
  
 En la noche vives
 te palpas
 también te eres ajeno
 caminas sobre tu piel ya muerta
 y esa otra renovada y distinta
 polos opuestos de lo mismo
 que frente al viento testifican
 creer en la ternura
 y en la infancia que se sonroja
 aún cuando le cubren otros años.
  
 En la noche mueres
 te evades
 también te reconstruyes
 renaces en tu morada áurea y ruidosa
 buscas historias
 las destruyes
 sigues buscando
 a veces sin saber exactamente lo que buscas
 hasta encontrar un día
 que la semilla no estaba equivocada. 

Y así como las semillas que se multiplican a través de las vicisitudes de la vegetación, tus ideas más razonables e inteligentes o tus fantasmagorías más perversas y demenciales,  fructifican sobre los escenarios.  La morada que habitas es testimonio fiel del cosmos laberíntico que a diario creas.  Las imágenes que visten los muros de los pasillos que unen las estancias nos delatan tu éxito, “el más difícil de todos los misterios”, como diría Shopenhauer.    Misterio que logras a través del trabajo, de tu lúcido corazón y del destino.   Y ahí están las imágenes, retratos y fotografías.  Las estampas, carteles, cromos e ilustraciones que detienen el tiempo, el instante de aquello que es y sigue siendo.  Ahí está la prueba, mírala, reconócete, sábete, tú detienes el tiempo, ese que tan gozosamente vives, lo detienes siempre para recrearlo a través de tu vida y tus personajes.   Tú posees, mueves, determinas, estableces y eliges.  Tú creas y organizas tu mundo desde niño,  tú el titiritero que inventa realidades o vuelve realidad la fantasía…

  
 Titiritero de almas
 demiurgo
 que mueves el tinglado
 con hilos invisibles.
  
 A través de tu mirada bisturí
 mitad ángel-mitad demonio
 diseccionas la magia incontinente de la vida
 y no logras explicarla
 sino a través del implacable destino.
  
 Los muñecos de alambre y yeso
 los personajes y protagonistas
 los objetos-figuras
 que articulas en tus manos
 te aprisionan hasta que los vuelves carne
 y respiran con tu sangre.
  
 Fascinados se miran al espejo
 observando las tertulias de sus días
 y la vida que les prestas con tu tinta.
  
 Extrañados y confusos te preguntan
 ¿por qué me inventaste nómada escapando de mí mismo?
 ¿porqué escapando de mi suerte con mi suerte me encuentro?
  
 Contéstanos entre tu noche y el abismo de tus argumentos.
  
 Creador enfurecido
 ingenioso e irónico
 tétrico y jocoso
 mordaz 
  dicharachero
 absurdo y diabólico:
  
  
 Tú confrontas lo maravilloso y lo maligno
 tú inventas divertimentos que dan a luz mundos repulsivos
 mundos desiertos y desolados
 devastados
 roídos
 mundos enemigos y esclavos
 mundos donde los vientos viajan
 entre un olor a hierba
 convirtiendo los rumores en presagios.
  
 Tú inventas tiempos donde desciende la neblina
 y todos desaparecen
 ayudan a bien morir
 o matan el mito que algún día construyeron.
  
 En ningún lado hay sitio para la esperanza.
  
 Tú escudriñas tiempos
 y construyes un hoy hecho de historia
 de memorias que atesoran basura de recuerdos.
  
 Tú cantas a la entraña podrida de tu pueblo
 lo miras asfixiado
 lo rescatas delatándolo
 hombre-hembra el pueblo
 fantasma del fanatismo
 de los prejuicios y chismes
 de usureros y corruptos
 de artimañas perversas
 y de la soledad donde se unen
 la piel blanca y aquella de barro y bronce.
  
 La soledad se transforma en dogmas que aniquilan espíritus
 que mancillan fe y creencias
 y ahí van tus personajes:
  
 las quimeras que lanzan el cielo en tierra y lo vuelven infierno
 los que se consumen en sus propios deseos
 los que necesitan creer en algo superior que los domine
 los que entierran a Dios
 los que se bastan y sobran a sí mismos
 los que juegan con su miedo.
  
 Tú juegas con la historia de los siglos
 a la magia del pasado le apuestas
 y en una detonación de sorpresas
 nos haces cruzar pantanos por los que se asoman los ideales.
  
 Entre tus líneas surge el dolor
 que se dibuja detrás de la poesía.
  
 Tus diálogos como en una lucha de dagas
 tiran a matar
 y a través de tus alegrías infernales
 de tus infiernos fiesteros
 el corazón impávido se detiene
 mientras las gargantas ríen.
  
 Y cuando tus dramas finalizan
 el dilema aún respira.
  
 A puñaladas nos incrustas el silencio.
  
 Lo monstruoso es una broma.
  
 ¡Cuánta negrura y cuánta mala estrella
 en este sinsentido que es la vida!
  
 A veces en el camino tomas atajos
 el de la adivinación y la clarividencia
 el de la intuición y el presagio:
  
 ...se viene a la vida para inventar un sueño
 para hundirse en su misterio
 e intentar ser escuchas del silencio...
  
 Y sin detenerte 
 con tu pluma llevas el juego
 el rito 
 el festín de la existencia
 con ella nos invitas a la celebración ininterrumpida 
 de la muerte
 frente a frente la miras
 la muerte es blanca
 altísima y profunda
 montañamar misteriosa
 muerte perfecta
 muerte viva que nos ama
 y en tierra nos mantiene.
  
 Con su amor nos transforma
 con su poesía nos renace
 muerte festiva la de aquellos que se aman
 y de la mano su sangre fascinada
 drena entre el éxtasis y el exterminio
 entre la asfixia y el vértigo.
  
  
 Demiurgo
 prosigue en búsqueda de los seres que te habitan.
  
 Exígeles revelaciones y demostración de sus secretos.
  
 Encarna sus fantasmas
 diséñales la trama
 la raigambre de sus caminos.
  
 Constrúyeles un alma.
  
 Prosigue advirtiéndoles que sólo el amor perdura.
 Que es el amor la luz con la que partiremos. 

Andrea Montiel