El cuerpo del deseo
POEMAS
De: Temporal sin tiempo (1985)
TENGO LA CABELLERA enmarañada de sexo amor entre los dientes tarde de aceitunas miel en mis pezones no quiero dejar de empaparme en el rocío que cubre el continente de tu torso bravío combate diálogo perfecto LÚBRICAS CONSONANTES Y VOCALES DE TU NOMBRE nombre desnudo que camina por mis manos rozando todas sus grietas y linderos desmembrando sus cuevas y espesuras eco viaje infinito yemas de los dedos que vibran en este insomnio y su paisaje NUESTRAS BOCAS sedientas cavernas que lamen sus panales se prestan el aire vaho que entre sábanas devoramos tu mirada muerde mis senos los tensa como erizos que florecen en los ojos mis labios lavan tu pecho recorren tus axilas y quedan ciegos en tu sexo estamos enlamados hierbas húmedas que abrazan astros trenzados muslos aullando un beso en la mitad del cuerpo perfumado lecho de sudores famélicos tactos que amanecen con los vientres sonriendo y un enjambre en las manos ESA ABSTINENCIA QUE ME CEGÓ LA PIEL es hoy una abertura húmeda de espasmos y olor a hembra tu saliva me ungió como a una diosa deshilvanó mis labios caricia entre los muslos rindiendo mi cintura con tus mismas espaldas y derroches es tu cuerpo espejismo sin tiempo en el dorso de mi muerte y todos mis diques arrasados besaron tus orillas HAS SIDO TÚ LA SIMETRÍA jaula turquesa aristas de mi rombo y el rostro de las noches cuadrilátero constante cuatro lados: tu frente tu espalda y mis costados siempre la geometría de tu carne es mansión de olores de tus ingles engendrando mi lamoso deseo coagulando mi amor en el deshielo
De: De callar este amor me duele el cuerpo (1989) Ebria en tu cabellera de vino tinto, en el mareo de estar en ti me siento un blues de elegantes compases, una nota sola en la samba de tus labios. Dedícame la canción de sal y néctar de tus muslos, sé música a mis ojos silencio consternado ruido absoluto en mis insomnios. Sé todo junto y colabora un poco más con mi locura. Pinta sobre un muro un colorado sol y en desbandada, mándame nubes de palomas mensajeras con tu misiva intrusa orquestando mis sentidos. Yo, escribiré con tinta hecha de mi sangre: bébeme, invade con tu sed mis manantiales. Al hombre que amo le hierve la sangre. Hoy conocí la rojiza palabra de su piel hablándome. La música gote6 sinfonías en silencio, contrapunto con mi fiebre, y más sed tengo. El hombre que amo tiene la lengua suave como una cascada tibia. Venenosa serpiente en las grietas de mis labios. Es río, lava sin mentiras. El cráter de su pecho me tiñe de erupciones. El hombre que amo es un sol felino llagándome con besos todo el cuello. En mí estuvo su boca, sigue su boca estando. Alfabeto interminable de la noche que aún no he visto, y más hambre tengo. Su filtro es un renacer que otoña todo septiembre, y ha transformado mi tiempo. Pareciera que descalza piso astros y de luz son mis raíces. En el aire olor a hierba mis ojos más se averdaron. De caracola mi coraz6n se hace trompo, y silba, silba, silba locuras. Huracán entre las manos, germen en mi saliva. Su enamorar es gangrena, cabalgata, corcel que se instaló en mis venas. En su abrazo lo amé como nos ama el agua. Canté un himno matizado de albas, creció el trigo, danzó con mi cintura. En su beso encontré a la luz de frente, cara a cara le di vuelta al imposible. Éste es el hombre que amo. Asaltante, libertador de humedades en mi cuerpo. Inventor de un nuevo cosmos, una galaxia lacrada con sus labios, sed de mis terruños. Es derrumbe en la inercia de mis pasos, ternura que me agobia, y comienzo del vértigo más espiral de mis sentidos. Equinoccio. Apunte de tres líneas. Códice que brilla en mi plegaria. Él es, sonido que incluye el arco iris. Desnudez de sal que aún no paladeo. Él es, la vena más ancha. Me irriga de los pies a la cabeza. Es el hombre que amo. Lo adiviné desde antes, en su mañana y mi ahora. Enredada entre sus redes padeciéndole por haberle saboreado.