De magia y magos…

Seguramente desde que todos éramos niños, y me incluyo, nos encantaba observar los números de magia que realizaban los magos que eran invitados a nuestra escuela. O aquellos otros cuando nos llevaban al circo y nos sorprendían con el manejo de sus manos, haciendo aparecer y desaparecer pañuelos, animales, o pelotas. Y lo más impresionante, cuando el cuerpo de una muchacha era traspasado por espadas sin que nada le sucediera.  Todo nos transportaba a un mundo de ilusión que nunca hubiésemos supuesto irreal.

Después, ya mayorcitos, seguro que también nos ha pasado a todos alguna vez, que alguien al vernos tristes por haber perdido un amor, o andar penando por ahí con falta de dinero o trabajo, nos ofrece la exacta solución a nuestras penas: “Mira, conozco a alguien que te puede hacer una limpia sensacional” o…  “No te preocupes, a la vuelta de mi casa vive una cartomanciana que lee la cartas y te predice el futuro de maravilla, además te puede preparar un amuleto para que te cambie la suerte…”

Y no me pueden negar que a veces compramos los billetes de lotería sólo si terminan, por ejemplo, en 3, 7 o 9, porque estos son los números cabalísticos de la suerte; y hoy que es viernes, nos vestimos de verde porque el verde es un color que vibra mejor en este día, y además nos adornamos con un cristal de cuarzo, porque sus efectos en la energía mental y física son rotundos. Ah, y si queremos tener un buen día, ni se nos ocurra pasar debajo de una escalera, ver un gato negro, o romper un espejo porque son siete años de mala suerte.

Y, ¿desde cuándo y de dónde salieron todas estas supersticiones, creencias o ritos y prácticas tan difundidas por todas partes?  Desde mucho antes de lo imaginable, desde que la humanidad existe, el pensamiento mágico del ser humano existe. La MAGIA entonces era una manera de concebir al mundo, de entenderlo y dominarlo haciendo que éste actuara a la medida de los deseos. Lo extraordinario es que hoy en día aún podemos observar tribus salvajes, por ejemplo en Australia o África, que actúan como los hechiceros de hace miles de años en la antigua India, Babilonia, Egipto, Grecia o Roma.

Aquellos hombres pensaban que lo semejante producía lo semejante, y que el MAGO podía hacer que algo sucediera con sólo imitarlo. Los magos de aquellos tiempos eran hombres que poseían en grado inusitado, altos poderes derivados de una simpatía especial con la naturaleza, y por ello, podían dominar el tiempo, las lluvias, el sol o los vientos, y ejercer un poder total sobre las personas y sus actos.

Se cuenta que algunas tribus de indios norteamericanos, al igual que en el Perú y entre los malayos, se utilizan figuritas que representan a una persona aborrecida y que al practicarle a dicha figura algún daño, tal como clavarle agujas o estacas, se logra arrojar al enemigo fuera de este mundo. En Sumatra, las mujeres estériles que desean ser madres practican un rito de simulación con una figura, a través de la cual se realiza toda una pantomima del nacimiento de un niño.

Otra manera de dominio sobre la naturaleza era pensar que las  cosas, una vez que estaban en contacto, proseguían influyéndose a distancia, aún después de haber perdido todo contacto físico. Relacionado con esta forma de pensamiento mágico, existe una superstición universal a través de la cual se cree que partes separadas de una persona tales como pelo o uñas, podrán ser utilizadas para actuar en contra de la persona, incluso a cualquier distancia.

Ejemplos como estos podrían citarse muchos. Más adelante seguiremos haciendo un recorrido por el mundo que los seres humanos primitivos construyeron a través de la magia. Pero antes de finalizar este escrito, quisiera comentar algo que no deja de sorprenderme: el hecho de cómo este pensamiento mágico de las antiguas civilizaciones sigue vigente entre muchas sociedades de nuestra época actual, (o al menos en ciertos estratos bastante amplios de dichas sociedades, incluyendo la nuestra).  Afirmo esto, sobre todo, por la cantidad verdaderamente impresionante de libros y artículos que podemos encontrar publicados  y a la venta en el mercado. Además, para infortunio de nosotros, los escritores, este tipo de publicaciones vende más, muchísimo más, que cualquier novela de alguien relativamente conocido. En fin, el hecho de que el ser humano no se explique muchas cosas de su mundo, tal vez sea una de las razones más fuertes que justifica este fenómeno.  Incluso, y no lo podemos negar, los grandes adelantos científicos de nuestra época aún no se explican muchas cosas que a simple vista parecen como surgidas o provocadas “por arte de magia”.  

¿Qué es lo que pasa?

Cuando esto nos sucede, (a todos), es cuando entendemos el porqué de la existencia de los rituales, el uso de talismanes, o los ojitos turcos para el “mal de ojo”, o la invocación a las fuerzas y los elementos de la naturaleza: aire, tierra, agua y fuego. 

Hablemos un poco del fuego, elemento que siempre ha producido temor religioso.  Su forma constantemente cambiante, su variedad de colores, su luz, junto con los cambios físicos que produce son las “substancias” de que esta hecha la “magia” que posee.  Antes de conocer cómo hacer fuego, el mundo debe haber sido realmente oscuro. Con el uso de la fricción y el pedernal, la humanidad capturó esta esencia divina y cambió las formas de vida para siempre. Lo que se ha llamado “adoración del fuego”, no es más que un eufemismo educado referido a la veneración mística del sexo, e incluso de varias religiones que lo han adorado como símbolo de la divinidad. ¿Quién no ha escuchado hablar de las eternas llamas que las vírgenes vestales de Roma mantenían en sus altares? Incluso hoy en día pensemos en cuántos templos de religiones diversas instalan velas en sus altares para la invocación de la energía divina. 

El tema de la magia del fuego es interminable, lo acompañan, la magia de las velas, la del sol, y la de muchos astros que en el espacio sideral lo acompañan.  Por el momento dejemos estos comentarios aquí y me desaparezco de esta página…

ANDREA MONTIEL