De azares y haceres
luis Ricaurte/Gráfica
ANDREA MONTIEL/Poemas
Quiero parir a Dios darle un cuerpo a imagen y semejanza mía y después de abandonar la humedad primaria como primogénito de la luz le colocaré sobre la tierra. Se alumbrará con fuego y habitará el viento junto al desamparo y la añoranza. Le dejaré solo. Le haré creer que vive entre los otros para que pruebe eso de ser hombre. Le prohibiré aceptar libre albedrío para la guerra. Le enseñaré que el amor se encuentra en los cuatro puntos cardinales. Entonces Dios sabrá lo que hizo durante su creación del día séptimo. Dividiré su cuerpo en nueve partes: ojos, manos, boca, oídos olfato, piel y vientre sexo y pies en vez de alas. Otras tres partes obsequiaré a Dios a imagen y semejanza mía. Tres confusas partes para que viva, piense y sienta. También un corazón inmenso y todo el calor y el frío el remanso y el mareo para que busque rumbos como nosotros los buscamos. Tres partes y nueve cuerpos en su cuerpo para que nazca a imagen y semejanza nuestra. Después le mostraré la luz y lo sombrío en donde el tiempo corre alba, ocaso y crepúsculo sin riendas. Ahí lo ubicaré para que flote a todo lo largo del espacio y en todas direcciones. A los lados del vacío. Lleno de todo y nada. Lleno de silencio.
los aparadores los maniquíes con la mano en el sexo la luna a punto de nacer en el cielo raso el jazz cachondo en el cuadrante del radio la ciudad que descansa su pestilencia en la madrugada un tullido que busca el pan en mitad de las avenidas las putas que cabalgan en camas de hoteles de mala muerte las chispas de las barredoras nocturnas sobre el asfalto de las vías los merolicos que apartan esquinas para descansar el sueño las luminarias de farolas fundidas su rostro que me persigue el pensamiento cuando llego a casa el llanto del cello que Casals ejecuta mi digestión hecha pedazos mi corazón que espera el momento del infarto la montaña de ideas que enturbian mi descanso el asco en mi paladar rasposo el desorden de espejos que reflejan mi rostro los recuerdos inhóspitos que toman turno y se apoderan de este insomnio el dolor en los pasos las uñas rotas el tedio el regreso de otro día. De nuevo las calles la mañana turbia el transitar entorpecido. Él en mitad de mis ojos.