DE LA POESÍA A LA MÚSICA DE LAS PALABRAS

No es lo mismo poesía que poema.

La poesía existe antes que el hombre. Desde siempre ha estado por todas partes, en lo que nos rodea: paisajes, seres vegetales, animales y humanos, además de aquellos hechos que son poesía sin que por ello sean poemas. El lugar de encuentro entre la poesía y el hombre, es lo que da a luz el poema, invento de lo real, de un sueño, de una recreación, o tal vez de una locura retocada con el maquillaje justo, y que sólo los sentimientos pueden dar a las palabras. 

Y con las palabras se juega, con ellas se evocan los sentimientos del amor, la queja, las melancolías, la protesta, el gozo o el ingenio. Se descubre lo más íntimo y cercano, o se invoca el terruño y las raíces. Se habla del odio, la guerra, la paz, las injusticias, la muerte, y se les recrea a nuestro antojo. El poema es la expresión de la que se sirve el poeta para abrir su corazón y así mutilarlo o reconstruirlo con sus versos. Poeta soñador de palabras, y las palabras, amuletos que le llevan a expresar, de los recuerdos al olvido, del erotismo a la muerte, de la ansiedad al hastío. Poema que impone un orden a las imágenes, materia prima de su manufactura, y con las que todo ser humano camina por la vida en forma de recuerdos, evocaciones, imaginerías o ensueños. Esas imágenes que brotan de la reunión de elementos, que aparentemente no tienen relación alguna, son las que el o la poeta conjuntan creando una realidad distinta, una dimensión poética propia. Donde lo que se dice y cómo se dice, donde fondo y forma van de la mano, hasta que logramos comunicar los significados que deseamos, obviamente sin olvidar el ritmo, la cadencia, la sonoridad y la armonía.

Porque la poesía no es otra cosa sino la música de las palabras, aunada a la pasión con que le damos cuerpo al poema.

La poesía se aprehende (con h intermedia), sin darnos cuenta, al ejercitar nuestra sensibilidad, poner en claro nuestras visiones del mundo, y adquirir el sustento teórico para que la pluma manche y se deslice sobre el papel en blanco y en la dirección correcta. Es un ejercicio de escritura, a través del cual logramos respetar la voz de los otros que admiramos, y lo más importante, encontramos la propia. Es el sitio exacto donde despertamos ese instrumental expresivo para comunicar lo que nos inquieta y con el que aprendemos a confiar en nosotros mismos.

El acto de escribir requiere de dos requisitos fundamentales:  libertad y soledad. Lograr poemas que además sean poesía, implica valentía, pasión y entrega. Cada verso, cada estrofa, cada poema, no son sino un conjunto de sentimientos, pensares, alabanzas o actitudes críticas de nosotros mismos o de lo que nos rodea, y eso que llamamos “la verdad”, en muchas ocasiones no permite ser desnudada con facilidad, sobre todo si se trata de una verdad íntima.  Ningún libro se ha escrito, al menos yo no lo conozco, que se titule:  “Manual de cómo ser poeta”.  Se aprende de la lectura, de los versos de los excelentes poetas. Se aprende también de los talleres literarios, donde se confronta el trabajo personal ante un coordinador, y un grupo de feroces compañeros, que si son generosos y honestos, ven más allá de lo que el escribano en cuestión percibe.  

Cómo escribir, se logra escribiendo y enfrentándonos con sus elementos para mirar objetivamente el texto que hemos escrito. Es darnos cuenta, desde los errores más evidentes, hasta aquellas sutilezas que pueden darle mayor eficacia a nuestras imágenes. E insisto, es necesario jugar con las palabras, leyéndolas, escribiéndolas, descubriendo cómo suenan, lo que dicen, para qué y por qué lo dicen. Así encontraremos, tanto nuestras palabras, aquellas capaces de expresar lo que llevamos dentro, como el sonido particular de nuestra propia voz.

No se trata sólo de talento e inspiración, sino trabajo, trabajo artesanal y criterio para divorciarse de aquellos versos, palabras, adverbios o adjetivos que tanto daño pueden hacerle al poema. Como decía Vicente Huidobro: el adjetivo que no da vida, mata. Asimismo, es imprescindible deshacerse, aunque duela un poco, de esos poemas que rompen el conjunto que decidimos incluir en nuestro libro. 

En algún momento de la travesía por las letras, comprendí que el poema es un ideal perseguido y conseguido como el amor: el primer impulso interior nos lleva a escribir o a enamorarnos, pero luego hay que reflexionar y trabajar ese amor o esa creación poética. Jorge Luis Borges decía: yo publico mis poemas para dejar de corregirlos. Sí, todo es siempre perfeccionable. Sin embargo, es necesario tomar la decisión de dejar en paz a esos seres vivientes que hemos dado a luz, y aceptar el momento en que les toca a los lectores iluminarse con ellos o simplemente leerlos y olvidarlos.

La poesía es algo indefinible, si se definiera, el definidor sería el dueño de su secreto, el dueño de ella, y el secreto de la poesía no lo ha sabido, no lo sabe, no lo sabrá nunca nadie. A diferencia de la ciencia o de la prosa, parece obedecer sólo ciertas leyes: sus propias leyes. Y el resultado para quien la aprecia y ama, es sin duda reconocer que la poesía es conocimiento implacable, es perderse en lo infinito, y un verdadero encuentro después del hallazgo. 

Pero la poesía no es solo eso. Además de expresar la densidad de un misterio, traducir la profundidad de las emociones-ideas, y decir menos para decir más, es el ritmo en la palabra. Lo sublime es lograr poemas que sean música hablada, un placer de sonoridad y de sentido.  Sé que la música es otra, los sonidos por los sonidos mismos y el más universal de los lenguajes, la expresión que traspasa fronteras sin necesidad de traducciones a otros idiomas. Aun así, la poesía también es música. Y esto no sólo a causa del placer sonoro de las palabras que reúne, sino porque posee, además del sentido literal más o menos claro u oscuro, una significación análoga a la del lenguaje musical. Así como hay música que produce la sensación de un lenguaje, también la poética bien lograda puede producir musicalidad.  Los músicos y los poetas bebemos de esa misma fuente. Tal vez, en lugar de una hoja blanca, deberíamos usar un papel pautado donde verter el ritmo armonioso, los matices y colores musicales de las palabras, hasta lograr el resplandor de la forma poética.  Sin embargo, estoy convencida de que las únicas palabras que merecen existir son las palabras mejores que el silencio.

Y ¿para qué sirve la poesía?

Aún no sé para qué sirve, pero un día de tantos leí en un libro una lista de razones que me parecieron como arrancadas de varias voces que nunca supe de quienes eran…  La poesía sirve:  Para reinar sobre la muerte, Para revivir cada día, Para sentir junto con los otros, Para apuntalar el sueño, Para unir lo posible con lo imposible, Para salvarse del diario morir, Para hacer más vivo el vivir, Para la memoria de los pueblos, Para el asombro antiguo, Para descubrir los secretos del mundo, Para alumbrar la maravilla, Para todos y por todos, Para despertar a latigazos el silencio, Para defender el milagro de la vida, Para amar a los otros…

y para CLARIBEL ALEGRÍA   (poeta nicaragüense-salvadoreña) 

ARS POÉTICA    nos dice:

Yo,
poeta de oficio,
condenada tantas veces
a ser cuervo
jamás me cambiaría
por la Venus de Milo:

mientras reina en el Louvre
y se muere de tedio
y junta polvo

yo descubro el sol
todos los días
y entre valles
volcanes
y despojos de guerra
avizoro la tierra prometida.

o nuestra ROSARIO CASTELLANOS cuando le daba por escribir sobre

Economía doméstica  (fragmento)

He aquí la regla de oro, el secreto del orden:

Tener un sitio para cada cosa

y tener

cada cosa en su sitio. Así arreglé mi casa.

Impecable anaquel el de los libros:

Un apartado para las novelas,

otro para el ensayo

y la poesía en todo lo demás.

o EUGENIO MONTEJO para quien:          (poeta venezolano)

LA POESÍA

La poesía cruza la tierra sola,
apoya su voz en el dolor del mundo
y nada pide
ni siquiera palabras.

Llega de lejos y sin hora, nunca avisa;
tiene la llave de la puerta.
Al entrar siempre se detiene a mirarnos.
Después abre su mano y nos entrega
una flor o un guijarro, algo secreto,
pero tan intenso que el corazón palpita
demasiado veloz. Y despertamos.

y despertó PABLO NERUDA al escribir:

Y fue a esa edad… Llegó la poesía a buscarme.
No sé, no sé de dónde salió,
de invierno o río.
No sé cómo ni cuándo,
no, no eran voces, no eran palabras, ni silencio,
pero desde una calle me llamaba,
desde las ramas de la noche,
de pronto entre los otros,
entre fuegos violentos
o regresando solo,
allí estaba sin rostro
y me tocaba.

¿Y qué son los poetas… ?

para Vicente Aleixandre    (poeta español de la generación del 27)

El poeta canta por todos

y para todos los oídos.  Sí.  Mírales como te oyen.

Se están escuchando a sí mismos.  Están escuchando

una única voz que los canta.

o para Fernando Pessoa    (poeta portugués)

AUTOPSICOGRAFÍA

El poeta es un fingidor.

Finge tan completamente

que hasta finge que es dolor

el dolor que en verdad siente.

Y, en el dolor que han leído,

a leer sus lectores vienen,

no los dos que él ha tenido,

sino sólo el que no tienen.

Y así en la vida se mete,

distrayendo a la razón,

y gira en tren de juguete

que se llama corazón.

y nuestro Jaime, nuestro Sabines diciéndonos  (en su poema Así es de su libro Horal)

Poetas, mentirosos, ustedes no se mueren nunca.

Así, los poetas siempre vivos y presentes, voz y poema, poema y poeta, somos la respiración común del soñador y del mundo. No guardemos nuestras palabras ni los sueños para nosotros mismos, hagámosle caso al luminoso escritor Carlos Pellicer cuando escribe: Quien tenga corazón/ no lo tenga escondido.

Y a los ávidos de lectura, me permito hacerles una recomendación: delante de algunos libros acumulados sobre la mesa, hacer de la Oda al libro de Pablo Neruda una plegaria de lectores devorantes: 

Un libro,
un libro lleno
de contactos humanos,
de camisas,
un libro
sin soledad, con hombres
y herramientas,
un libro
es la victoria.
Vive y cae
como todos los frutos,
no sólo tiene luz,
no sólo tiene
sombra,
se apaga,
se deshoja,
se pierde
entre las calles,
se desploma en la tierra.

Por último y para no cansarles más, me permito leer para ustedes un poema que escribí hace tiempo en homenaje a la creatividad que todos poseemos:

LOCOS Y CUERDOS

a mis padres

quienes me enseñaron a estar

en favor de la locura

Los locos dan festines
y los cuerdos son los invitados.

Los locos viven inventando mundos
y los cuerdos en mundos inventados.

Los locos crean castillos
y los cuerdos los habitan.

Los locos son mitad sueño
y los cuerdos sueño a la mitad.

Los locos crean la música
los cuerdos son los escuchas.

Los locos son personajes
y los cuerdos son actores.
Los locos son la poesía
los cuerdos quienes redactan.

Los locos son la pintura
y los cuerdos sólo pintan.

Los locos viven en muchos mundos
y los cuerdos en la tierra

Los locos se sienten libres
y los cuerdos los encierran.

Muchas Gracias

Texto de Andrea Montiel como Mantenedora de la Poesía

leído en la ceremonia de los XL Juegos  Florales Nacionales De San Juan Del Río, Querétaro 21 junio 2010