DE LA POESÍA AL POEMA

No es lo mismo poesía que poema.  La poesía existe antes que el hombre.  Desde siempre ha estado por todas partes, en lo que nos rodea: paisajes, seres vegetales, animales y humanos, además de aquellos hechos que son poesía sin que por ello sean poemas.   El lugar de encuentro entre la poesía y el hombre, es lo que da a luz el poema, invento de lo real, de un sueño, de una recreación, o tal vez de una locura retocada con el maquillaje justo, que sólo los sentimientos pueden dar a las palabras. 

A través del amor, la queja, las melancolías, la protesta, la alegría o el ingenio, se juega con las palabras y se evoca el sentimiento propio, así como el de otros. Podemos descubrir lo más íntimo y cercano, o invocar el terruño y las raíces.  Hablar del odio, la guerra, la paz, y recrearlos a nuestro antojo.

El poema no narra, es la expresión con la que el poeta abre su corazón y lo mutila entre sus versos.  Poeta soñador de palabras, y las palabras, los amuletos que le llevan a expresar, de los recuerdos al olvido, del erotismo a la muerte, de la ansiedad al hastío.  Poema que impone un orden a las imágenes, materia prima de su manufactura y con la que todo ser humano camina por la vida.  Esas imágenes que brotan de la reunión de elementos, que aparentemente no tienen relación alguna y que, el o la poeta, conjuntan creando una realidad distinta, una dimensión poética propia.   Donde lo que se dice, y cómo se dice, donde fondo y forma van de la mano, comunicando los significados que deseamos, sin olvidar el ritmo, la cadencia, la sonoridad y la armonía.    La poesía no es otra cosa sino la música de las palabras, aunada a la pasión con que le damos cuerpo en el poema.

Como nos dice Octavio Paz, en su libro El arco y la lira

” La POESÍA es conocimiento, salvación, poder, abandono.  Operación capaz de cambiar el mundo… Poesía, revolucionaria por naturaleza… ejercicio espiritual, método de liberación interior.   La poesía revela este mundo, creando otro.  La poesía une.  Es una invitación al viaje… Regreso a la tierra natal… Inspiración, plegaria al vacío, diálogo con la ausencia.   El tedio, la angustia y la desesperación la alimentan.   En el seno de la poesía se resuelven todos los conflictos objetivos y el hombre adquiere al fin, conciencia de ser algo más que tránsito”.

El POEMA, por otra parte, prosiguiendo con las ideas de Paz, ” es un caracol donde resuena la música del mundo, y metros y rimas no son sino correspondencias, ecos de la armonía universal.  Danza, diálogo, monólogo, voz del pueblo, palabra del solitario.  El poema es una careta que oculta el vacío”.

La poesía se aprehende (con h intermedia), sin darnos cuenta, al ejercitar nuestra sensibilidad, poner en claro nuestras visiones del mundo, y adquirir el sustento teórico para que la pluma manche y se deslice sobre el papel en blanco, en la dirección correcta.  Es un ejercicio de escritura, a través del cual logramos respetar la voz de los otros que admiramos, y encontramos la propia.  Es el sitio exacto donde despertamos ese instrumental expresivo para comunicar lo que nos inquieta y con el que aprendemos a confiar en nosotros mismos.

El acto de escribir requiere de dos requisitos fundamentales:  libertad y soledad. Lograr poemas que además sean poesía, implica valentía, pasión y entrega, porque cada verso, cada estrofa, o cada poema, no son sino un conjunto de sentimientos, pensares, actitudes críticas de uno mismo o alabanzas de lo que nos rodea, y eso que llamamos “la verdad”, en muchas ocasiones no permite ser desnudada con facilidad, sobre todo si se trata de la verdad íntima.   Ningún libro se ha escrito, al menos yo no lo conozco, que se titule:  “Manual de cómo ser poeta”.  Se aprende de la lectura, de los versos de los excelentes poetas, de los talleres literarios, donde se confronta el trabajo personal ante un coordinador, y un grupo de feroces compañeros, que si son generosos y honestos, ven más allá de lo que el escribano en cuestión percibe.  

Cómo escribir, se aprende escribiendo, y enfrentándonos con los elementos para mirar objetivamente el texto que hemos escrito.  Es darnos cuenta desde los errores más evidentes, hasta aquellas sutilezas que pueden darle mayor eficacia a nuestras imágenes.  Es necesario, insisto, jugar con las palabras, leyéndolas y escribiéndolas, descubriendo cómo suenan, lo que dicen, para qué y por qué lo dicen, y  así encontrar nuestras propias palabras, aquellas capaces de expresar lo que llevamos dentro.  Es así como encontramos el sonido de nuestra propia voz.

No se trata sólo de talento e inspiración, sino trabajo, trabajo artesanal y criterio para divorciarse de aquellos versos, palabras, adverbios o adjetivos que tanto daño pueden hacerle al poema.   (Como decía Vicente Huidobro, el adjetivo que no da vida, mata).  Asimismo, es imprescindible deshacerse, aunque duela un poco, de esos poemas que rompen el conjunto que decidimos incluir en nuestro libro. 

Y así las imágenes, las palabras y la escritura, se convierten en las armas con las cuales el escucha o lector juzga al poeta.

Sólo por citar algunas voces de reconocidos escritores, quienes a través de sus poemas brindan alabanzas a la poesía, recordemos a nuestro inolvidable Xavier Villaurrutia en algunos de sus versos diciéndonos:

POESÏA

Eres la compañía con quien hablo
de pronto, a solas.

Te forman las palabras
que salen del silencio…

…Pero el menor ruido te ahuyenta
y te veo salir

por la puerta del libro
o por el atlas del techo,
por el tablero del piso,
o la página del espejo,
y me dejas
sin más pulso ni voz y sin máscaras
sin más cara como un hombre desnudo
en medio de una calle de miradas.

…Palabra que no sabes lo que nombras
Palabra, ¡reina altiva!
Llamas nube a la sombra fugitiva
de un mundo en que las nubes son las sombras.

También hay quienes cantan, como Eduardo Lizalde en el capítulo IV de su libro La zorra enferma, acerca De la Factura del poema:

Los poemas
de perfectísima factura,
los más grandes
son exclusivamente
un manotazo afortunado.

Después de esto, me es imposible dejar de recordar a mi queridísimo maestro Carlos Illescas cuando a todos nos decía que …un poema bien “lograo”, es un poema bien “rematao”…

También hay quienes hablan del poeta, como Vicente Aleixandre, escritor español de la generación del 27 cuando nos dice:

El poeta canta por todos
y para todos los oídos.  Sí.  Mírales como te oyen.
Se están escuchando a sí mismos.  Están escuchando
una única voz que los canta.

O Fernando Pessoa, poeta portugués nacido en Lisboa en su poema:

AUTOPSICOGRAFÍA

El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que hasta finge que es dolor
el dolor que en verdad siente.
Y, en el dolor que han leído,
a leer sus lectores vienen,
no los dos que él ha tenido,
sino sólo el que no tienen.
Y así en la vida se mete,
distrayendo a la razón,
y gira en tren de juguete
que se llama corazón.

O Jaime Sabines, con algunos versos incluidos en su poema Tarumba cuando nos habla de la poesía diciendo:

Tienes que ser actor de todas las cosas.
Tienes que romperte la cabeza diariamente
sobre la piedra, para que brote el agua.
Después quedarás tirado a un lado
como un saco vacío.
(guante de cuero que la mano de la poesía usó
pero también quedarías tirado por nada).

Yo me quejo, Tarumba, de estar sirviendo
a la poesía y al diablo
y a veces soy como mi hijo, que se orina
en la cama, y no puede moverse y llora.

…Poetas, mentirosos,
ustedes no se mueren nunca.

Así, poetas siempre vivos y presentes, voz y poema, poema y poeta, son la respiración común del soñador y del mundo.  No guarden sus palabras ni sus sueños para sí mismos, hagámosle caso al luminoso escritor Carlos Pellicer cuando escribe:  Quien tenga corazón/ no lo tenga escondido.   Y a los ávidos de lectura, me permito hacerles una recomendación:  delante de algunos libros acumulados sobre la mesa, hacer al dios de la lectura una plegaria de lectores devorantes:  “Nuestra hambre cotidiana dánosla hoy”…   Las locas ensoñaciones conducen a la vida.

Por último y para no cansarles más, me permito leer para ustedes un poema que humildemente escribí hace un tiempo a la luz de los pensamientos expresados en estas páginas. 

POR TU VOZ, HERMANA DE LOS SIGLOS

A través tuyo converso
puedo mirar al mundo
amarlo y despreciarlo
halagar los insectos que se pudren
y el astro más leve en el vacío.

A través tuyo me doy cuenta
del baile rabioso de la vida
el hambre de expresión
y todo aquello que aún no he visto.
Tú delatas mis tenues sepulturas.

Por ti protesto
me diluyo
me embriago
y el aire me excita
como amante invisible de una noche.

Por ti mi grito en su naufragio
revive entre un oleaje de pétalos
de flores redivivas
sembrándose en mis ojos.

Contigo y frente a ti
soy capaz de inventar
un firmamento agobiado de galaxias.

Capaz de herir la herida que contengo
y despojarme de vestuarios
que a veces porto sin saberlo.

Si tuvieras la osadía de morirte
ya no habría cabalgatas
ni picaportes y llaves para ver.

Ya no habría una lente de aumento al infinito
para decir que cada hecho
es un hecho
y cada arruga en las palmas de las manos
un enigma.

Es por ti
que lo diminuto se engrandece
lo triste se hilvana de nostalgias
y las sonrisas se enorgullecen de alegría.

Hermana de los siglos
porque vives contagias
la sequedad con tu aliento humedecida
en los puños que empuñan tu cintura.

Muleta de tinta y sangre
raigambre mágico de palabras
poesía
por ti mi corazón sabe
que el parto y una madre son distintos.

Muchas Gracias

Palabras de Andrea Montiel como Mantenedora de la Poesía

en la Celebración De Los XXXI  Juegos  Florales De San Juan Del Río,

Querétaro  17 junio 2001