CREATIVIDAD Y LOCURA

La obra de arte es el resultado de haber estado en peligro,
del hecho de haber ido hasta el extremo de una experiencia
que ningún hombre puede sobrepasar..
RAINER MARIA RILKE

¿Cómo podríamos explicar la genialidad de personajes como Rembrandt, Ludwig Van Beethoven, Isadora Duncan, Alfred Einstein o Madame Curie? O de manera más sencilla y cercana a nosotros,  ¿cómo podemos descubrir o incrementar la creatividad de nuestros hijos y de nosotros mismos?  ¿acaso los seres creativos poseen también algo de locura?

Preguntas similares a estas han sido planteadas hace mucho tiempo por psicólogos, educadores o todas aquellas personas que han trabajado con los enigmas y orígenes de este increíble proceso humano que es la creatividad. Aunque mucha gente tiene la creencia  de que la creatividad es simplemente un aspecto de la inteligencia,  en los últimos años han surgido cantidad de discusiones y estudios bajo diferentes perspectivas, enfoques teóricos y metodologías para entender plenamente este proceso. De igual forma, aunque muchas de las manifestaciones creativas tienen que ver por lo menos con un grado de inteligencia promedio,  esto no implica que la creatividad sea lo mismo que inteligencia superior. Las tradicionales pruebas psicológicas de inteligencia demuestran que es muy distinta una respuesta llamada “correcta” a aquella que refleja lo inventivo o novedoso.  Sin embargo, la investigación parece demostrar que, individuos con mayor grado de inteligencia, tienden a presentar respuestas  y comportamientos creativos con mas frecuencia.

 Para el concepto de creatividad no existe una definición única ni precisa, más bien el fenómeno está enfocado  y circunscrito  dentro de  los hallazgos y observaciones de aquellos estudiosos que se han interesado por abordarlo.    El punto de vista  psicoanalítico que toma como arranque las proposiciones resultantes de los estudios de Sigmund Freud, parece ser el que ha servido de marco de referencia para muchos de los estudios posteriores.   El pensamiento de Freud relacionado con la creatividad, el arte y el artista, se refleja a todo lo largo de su obra.  Recordemos  algunos  de sus  ensayos maravillosos donde analiza el proceso, como : un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci,  El poeta y la fantasía,  El Moisés de Miguel Ángel,  La historia del pintor Cristóbal Haitzmann,  en los que  a través de sus palabras, muestra una clara postura frente a la  creatividad diciéndonos:

La bondadosa naturaleza ha dado al artista la facultad de exteriorizar, por medio de creaciones, sus más secretos sentimientos anímicos, ignorados incluso por el mismo, y esta exteriorización nos conmueve profundamente, sin que sepamos de donde proviene tal emoción. El psicoanálisis reconoce también en el ejercicio del arte, una actividad encaminada a mitigar deseos insatisfechos, y ello, tanto en el mismo artista creador, como luego en el espectador de la obra de arte. Las fuerzas impulsoras del arte son aquellos mismos conflictos que inducen a otros individuos a la neurosis y han movido a la sociedad a la creación de sus instituciones.

 Así, Freud afirma que el artista, el ser creador, busca fundamentalmente su propia liberación, consiguiéndola al comunicarla a aquellos que sufren la insatisfacción de iguales deseos. Realiza sus fantasías,  creando, transformando la realidad y procurándose,  a través de su obra, la satisfacción personal.  Sin embargo, de acuerdo con el punto  de  vista psicoanalítico, los conceptos: creatividad y fantasía son distintos,  ya que por fantasía no creativa se entiende a los procesos imaginativos que se utilizan como sustitutos de la realidad,  es decir,  aquellos del inconciente.  La fantasía  en este caso, viene a estar formada por una serie de imágenes inaccesibles a la búsqueda conciente del individuo.   En cambio  la creatividad es fantasía, pero como actividad conciente, como procesos imaginativos que están dirigidos a actuar sobre la realidad con fines de una u otra forma constructivos.   Así, los verdaderos artistas vuelven  a crear la realidad, cambiándola, dándole una veta distinta que en si misma no posee.  Los enfermos mentales hacen lo mismo pero de manera  destructiva, distorsionando y construyendo su propia realidad: la realidad patológica.

De los múltiples factores que forman parte del intrincado proceso  de la creatividad, está esa imaginación que todos poseemos, y que en algún momento toma un sitio preponderante en nuestro pensamiento. Esa imaginación que no es otra cosa que un conjunto de representaciones internas o de imágenes que nos permiten elaborar ideas, ordenar, enlazar y coordinar multiplicidad de elementos que cargamos en la memoria personal, y que al ser evocadas, dan origen y hacen surgir ideas nuevas.  Otro de los factores es la  habilidad para mirar las cosas de manera distinta, enriqueciéndolas hasta darles una dimensión que comúnmente no poseen.  Así es como nos sorprende la cantidad de seres humanos que se han distinguido por sus aportaciones en el arte, la literatura, o la ciencia, y que a pesar de haber realizado su trabajo como cualquier otro, resulta distinto y refleja una gran capacidad inventiva.  Cuando el individuo es creativo, da algo más de lo habitual.  Su interior  se manifiesta con una visión diferente y aunque la expresión  no sea una obra de arte, esta ahí, vibrando, recorriéndonos las venas hasta hacernos sentir algo especial, algo donde nos miramos o nos leemos, algo que refleja aquello que también nosotros hubiéramos podido decir en algún momento.    La creatividad es un proceso que nos pertenece a todos, es una facultad humana universal que existe en cada hombre y en cada mujer que desea cambios, innovaciones, renacimientos, en fin, está en todos aquellos que nos atrevemos a ejercer nuestra libertad de acción, nuestra libertad de pensamiento, y a expresar ese mundo que nos habita dentro. 

Los individuos normales son un “mito”.  Todo ser humano que se precia de serlo, se aparta siempre de la normalidad  o, como sostenía Bertrand Russell: todos tenemos algo de exóticos.    A semejanza de lo que ocurre con la muerte, la locura produce en ciertas personas una mezcla de terror y fascinación.  Los llamados “locos”, han sido compadecidos, ridiculizados o castigados, pero rara vez se los ha curado.  Esto les ha permitido vengarse en forma totalmente desprovista de premeditación recordando, con su sola presencia, a los individuos sanos que, caer en las tinieblas de la locura no es una posibilidad muy remota para nadie.  Comúnmente nuestra defensa contra estos pensamientos inquietantes es sencilla:   trazamos la frontera entre la locura y la salud mental, e incluso la ley muchas veces tiene la palabra al juzgar entre aquellos que están locos, o esos otros que habitan la cordura.   Aún en la actualidad el sentido humanitario de las disposiciones legales  respecto de estos temas es discutible.   Además, en gran número de ocasiones suele declararse una especie de guerra fría  entre los puntos de vista legal y psiquiátrico ante un mismo asunto.  Muchos son los psiquiatras que consideran que los abogados simplifican en forma abusiva el complejo problema de la motivación humana.  Los abogados por su parte, acusan a los psiquiatras de oscurecer las discusiones son una serie de teorías completamente ambiguas. Pero tal vez  otro es el caso de personajes que muchos han llamado “locos” como el famoso pintor surrealista Salvador Dalí,  uno de los responsables del mito arte-locura , indiscutiblemente excéntrico, talentoso y reconocido en todo el mundo.  O la “demencia” de Van Gogh que lo llevó a cortarse su propia oreja,  y a pintar obras  que han sido clasificadas como geniales aunque revelan un infinito sufrimiento interior.  Asimismo Edvard Munich, cuyos cuadros  de colorido sombrío y terribles expresiones faciales, muestran las perturbaciones que siempre lo afligieron. O el suicidio que cometió Virginia Woolf después de una de sus terribles crisis de depresión.  Por último, lo que plantea el reconocido poeta y pintor ingles  William Blake en su obra  El espíritu que habita en la pulga:  ¿ donde termina la fantasía de una imaginación viva y donde comienza la locura?

Entonces podríamos preguntarnos: ¿acaso la inspiración o musa de las personas creadoras es con mucha frecuencia el resultado de su excentricidad o una cierta dosis de  enfermedad o de locura?  Tal vez.  Sí, tal vez esto podría ser contestado por los propios creadores y con sus propias palabras:

Pies,  ¿para que los quiero si tengo alas pa’ volar?                        
Frida Kahlo

 Son pocos los que tienen la fortuna de poder volverse locos.          
A. Strindberg

Sin la enfermedad y la angustia, yo hubiera sido un barco a la deriva.  
Edvard Munch

Los grandes artistas son grandes inválidos.                                 
Thomas Mann

La adicción a la poesía es generalmente el resultado de una mente inquieta en un cuerpo incomodo;  la enfermedad o la deformidad han sido los servidores de muchos  de nuestros más preclaros personajes: Collins, loco;  Pope, jorobado;  Milton, ciego.
Lord Byron

Escribir es una forma de terapia;  a veces me pregunto como logran escapar de la locura, de la melancolía y del pánico, que son estados propios de la condición humana, los que no escriben, ni componen ni pintan.                                          
Graham Greene

Todos los dolores gritan; solo la salud es muda, nos dice el Dr.Philip Sandblom en su maravilloso libro Enfermedad y Creación,  y entre sus páginas se vislumbran atrevidas  sentencias que afirman que no se es genio por estar loco, pero puede ayudar,  y  a través de sus innumerables observaciones concluye que en la creatividad de grandes artistas que trascendieron su tiempo han estado presentes rasgos tales como:  melancolía, maniaco depresión, iluminaciones de tipo esquizofrénico, paranoias, profundos sentimientos de alineación,  y no le cabe la menor duda que, los grandes creadores no son comunes, sino muy diferentes de los simples mortales, pues como niños curiosos, todo lo miran con ojos inocentes, como si lo vieran por primera vez. Baudelaire decía:  el genio es simplemente la niñez redescubierta por un acto de la voluntad.   

Y de mi parte  me atrevo a afirmar que: en el acto creativo a nadie le hace daño sacar a pasear al niño o niña que vive en su corazón, así como la dosis de locura que  a cada uno le toco ejercer.

                                                                      

ANDREA MONTIEL
Texto para la revista Casa del Tiempo
agosto 1999