Corro tras mis huellas para alcanzarme en algún sitio.
Corro hacia la claridad del gozo que tanto me bendijo a costa de vivir a imagen y semejanza de la melancolía. Aun con todo, mis pasos supieron qué buscar desde pequeña. Así encontré a mi padre y a mi madre. Bendigo sus nombres compañeros, ecos dichosos del camino, y hoy busco sus miradas y sus voces, y pesco luces en el aire. Aquella casa que me vio nacer siempre estará en llamas. Brindo por el mar donde surgió mi vida, y ese cariño oculto con que escogieron mi nombre Andrea.